La semana pasada pudimos observar la penúltima obra de teatro de este Gobierno de España en relación a uno de los problemas que tiene una parte importante de la sociedad: los desahucios y, en concreto, la situación de injusticia en la que se encuentran miles de personas atrapadas en una crisis económica que ellas no crearon, razón por la cual no pueden hacer frente a una hipoteca que, en su momento, sí pudieron suscribir. Lejos de atender las reivindicaciones ciudadanas o a los grupos de la oposición, la mayoría impertérrita del PP ha vuelto a impedir que determinados problemas puedan ir resolviéndose. La decisión de aprobar una nueva ley sobre desahucios claramente insuficiente e inútil evidencia la obcecación irracional de este partido político. Tal insensatez por obviar los problemas de la gente raya lo delirante y evidencia una falta de sensibilidad sorprendente.
La solución es relativamente sencilla. De hecho, se produjo durante el proceso de debate y negociación un progresivo acercamiento entre los diversos grupos de la oposición, que llegaron a coincidir en cuáles eran las modificaciones legales no demasiado complicadas y las medidas que serían indispensables aprobar. Necesitamos una ley de segunda oportunidad, es decir, un mecanismo jurídico para lograr que los particulares puedan parar el lanzamiento hipotecario o resolverlo con la dación en pago de su bien o negociando la hipoteca o renegociando el crédito pendiente con la entidad bancaria, es decir: una nueva oportunidad para el deudor de rehacer su vida económica y poder disfrutar de una vivienda. Es relativamente sencillo… basta con querer: pero el gobierno prefiere rescatar entidades financieras antes que a los ciudadanos.