«UPyD se alinea con las posiciones más duras del Partido Popular». Éste es todo el análisis político al que llegó el día de ayer el infomativo del mediodía de Cuatro, al comprobar nuestra más que argumentada y coherente decisión de voto. Ése es todo el análisis realizado por el medio afín al Gobierno, del que depende, toda su aportación al librepensamiento del que tanto presume. No hay más explicación ni argumentario, ni tiempo otorgado para poder defendernos de la simplificación que fomenta la mentira. Después del boicot, la manipulación, al objeto de lograr un país sin ciudadanos. Pertenecemos al ala dura del Partido Popular y ahí se acaba todo su análisis. Y todo porque coincidimos con los populares en el rechazo a que el país lo siga gobernando un presidente en el que no creemos, sin más guía que el oportunismo y la ocurrencia. Tres segundos de presencia y la contestación absurda del presidente, de andar por casa. Y a otra cosa, mariposa. Ni escuchar el magnífico discurso de Rosa, alabado por los pocos medios independientes (del Gobierno) al que todavía tenemos acceso, y definido como claro, conciso, argumentado y desacomplejado por la mayoría de tertulianos. Nada, no hay manera. Les interesa este insoportable bipartidismo que soportamos, este maniqueísmo de niño de primaria. ¿Análisis político? ¿Qué análisis? Brochazos de frases hechas y verdades absolutas. Qué decepción más profunda para los que creímos, hoy descreídos ya como los más viejecillos del lugar, en los medios informativos supuestamente progresistas del país. Ni rastro de crítica a la reforma de la ley electoral propuesta, ni a la igualdad ciudadana a la que aspiramos, ni al fortalecimiento del Estado, ni a la defensa de la Educación para la Ciudadanía, ni al laiscismo perfectamente definido en la tribuna, ni a los acuerdos de Estado tras los que ahora dicen va detrás Zapatero, tras supuesta conversión evangélica, ni a la independencia de la Justicia, ni a la devolución al Estado de la competencia de Educación ni a tantas otras cosas planteadas. Nada de nada. Al parecer, nuestro voto debía ser favorable a la repetición de la peor legislatura de la democracia o abstenernos, a la espera de favores futuros y palmaditas en la espalda. Se supone que debíamos tirar a la papelera nuestro programa político. Así entienden la política. Una política de patio de colegio. Una política que no es la política para la que hemos nacido nosotros, sino propaganda.