Chavez de Venezuela ejemplifica muy exactamente las razones por las cuales UNIÓN, PROGRESO y DEMOCRACIA, desde sus inicios, eludió considerarse de tendencia izquierdista y reivindicar el término progresista, como contrario a reaccionario. Efectivamente, ser de izquierdas, en el siglo XIX, significaba un lugar común de defensa de la igualdad y de las luchas obreras, de reivindicación de los avances sociales y de extensión de la democracia a las clases más desprotegidas y humildes. Todo ello en un contexto de revoluciones industriales y luchas obreras. Pero los conceptos cambian y las ideas políticas evolucionan. Así, a día de hoy, es el término progresismo una de las bases ideológicas del partido, lejano del nebuloso izquierdismo cuya bandera enarbolan también los nuevos insolidarios que reivindican territorialidad frente a ciudadanía, cuando no ausencia absoluta de principios sustituidos por frases sin significado alguno. Así, Chavez es un izquierdista, ciertamente, como puede serlo la dictadura comunista china o la Cuba castrista, pero es también profundamente reaccionario. Por tanto, ser de izquierdas ha dejado de ser intrínsecamente bueno… o sólo lo es cuando lo acompaña el adjetivo progresista. Y es básicamente reaccionario quien desconfía de la ciudadanía a la que despóticamente gobierna, a la que trata como menor de edad y trata de controlar con el miedo. Es por esto que la última muestra de desprecio al progresismo del venezolano ha sido prohibir la emisión de los Simpsons en la Televisión Pública del país, para evitar que sus enseñanzas y divertimentos corrompan los fundamentos del pensamiento único chavista. Obviamente, ésta es una pequeña muestra que se añade a una larga lista de despropósitos, pero es suficientemente reveladora.
Sirva por tanto la viñeta de más abajo, para reivindicar no sólo la memoria de los oprimidos por el Gobierno chino desde hace medio siglo, sino también la persecución al pensamiento que practica el populista venezolano.