Aún no teniendo claros los pormenores del nuevo plan para la instauración del euskera en la escuela pública vasca, es evidente que se tratará de una nueva vuelta de tuerca para promover un mayor uso de la lengua. Más allá de romanticismos idiomáticos y demagogias al respecto que los políticos de todos los colores no tendrán otra que abrazar, querría hacer varias consideraciones al respecto.
En primer lugar, ya que el antiguo parece haber sido un plan que no ha logrado sus objetivos, solicito explicaciones del fracaso a las fuerzas políticas que lo implantaron. Si esto no es posible, pido que al menos se nos expliquen los objetivos finales del nuevo proyecto, así como la manera en que el plan se llevará cabo, con pelos y señales. Por ejemplo, las sanciones que se aplicarán a los centros que no cumplan sus objetivos, el futuro de los profesores que desconocen la lengua o las consecuencias para los alumnos que no superen los perfiles pedidos. Puesto que esta explicación pública dudo se produzca en todos sus términos o con toda la claridad posible, pido al menos se reflexione, finalmente, sobre los esfuerzos que esta sociedad viene realizando para promover el uso del euskera. Desde quienes hemos subordinado el aprendizaje del inglés, el francés o el alemán para su aprendizaje hasta quienes han incluso aparcado proyectos personales para el logro del perfil exigido, pasando por los profesionales de todas las áreas imaginables que han sido relegados, sustituidos o penalizados por su desconocimiento de la lengua. El esfuerzo de buena parte de la sociedad ha sido enorme.
Es romántico, políticamente correcto, bienintencionado la mayoría de las veces y hasta elogiable si se quiere promover el uso de esta bella lengua antiquísima que tantas horas de dedicación ha exigido a los eukaldunberris, pero espero que este esfuerzo haya o vaya a merecer de algún modo la pena, cosa que sinceramente dudo. Que este esfuerzo se vea, ignoro cómo, recompensado. Que no haya sido un dineral tirado a la papelera y una inmensidad de tiempo malgastado. Espero también deje de utilizarse la lengua vasca (¡y española!) como arma política arrojadiza o como medida de vasquidad o ciudadanía, pues no puede serlo en absoluto. Espero también, y esto sí que es poco esperable, que no se olvide que el idioma es, ante todo, un vehículo de comunicación entre personas, cuya unión debería facilitar.