Los del PNV son unos artistas

El lehendakari Imanol Pradales ha finalizado su protocolaria ronda de contactos con todos los partidos políticos con representación en el Parlamento Vasco salvo Vox, partido al que decidió dejar fuera por no compartir «el marco de los valores democráticos y los derechos humanos y el reconocimiento del autogobierno». Que Vox está en contra del autogobierno vasco tal como está hoy día planteado es algo que la propia formación ha verbalizado, lo cual es perfectamente democrático, dado que tan legítimo es defender la actual distribución de competencias entre el Gobierno de España, las comunidades autónomas, las Juntas Generales de los Territorios Históricos y los Ayuntamientos como cualquiera otra, dado que no se trata más que de la organización territorial del Estado, lo cual es perfectamente debatible y, por lo tanto, discutible. Que se sepa, Vox no ha vulnerado el Estatuto de Gernika sino planteado un estatuto distinto, lo cual forma o debería formar parte del debate político. Yo mismo, siendo diputado en el Parlamento Vasco, planteé y defendí no solo la supresión de las diputaciones forales sino nada menos que la supresión del Concierto Económico y los «derechos históricos» que lo hacen posible, por significar una vulneración flagrante de la igualdad entre ciudadanos y territorios a la que debe aspirar, en mi opinión, toda comunidad política. Perdí las votaciones en que tal cosa se debatió, pero nunca se atrevieron a dejarme fuera del debate político o a tratarme por ello como un apestado. Así que ese argumento por el que se deja fuera de una primera ronda de contactos a una formación política es inaceptable. Otra cosa es que el PNV estuviera buscando apoyos para formar gobierno; en tal caso, sería comprensible que se reuniera únicamente con quienes desea que sean sus compañeros de viaje, pero no es de lo que estamos hablando.

Lo de acusar a Vox de vulnerar o no respetar «los valores democráticos o los derechos humanos» sí me parece de una gravedad extrema, más si tenemos en cuenta que el PNV y el PSOE han convertido a EH Bildu en socio preferente, formación que, no solo sigue sin condenar la violencia terrorista de ETA que padecimos durante décadas sino que homenajea a los presos de la banda que salen hoy día de la cárcel. Ignoro cuál ha sido o será la respuesta de Vox, pero debería pedir explicaciones en sede parlamentaria sobre las acusaciones del lehendakari: debería preguntarle qué valores democráticos o derechos humanos ha vulnerado o no respeta, en lugar de aceptar en silencio semejante acusación. Otra cosa es que el lehendakari presentara pruebas de lo que denuncia, pero a día de hoy no las ha presentado. Y, desde luego, criticar el actual modelo de Estado o pretender que determinadas competencias sean devueltas al Gobierno de España no es vulneración de ningún valor democrático o derecho humano sino una propuesta política tan respetable como cualquier otra.

De hecho, el propio PNV ha anunciado una nueva ronda de contactos para abordar la posible modificación del Estatuto de Gernika (nuestro particular día de la marmota), tema sobre el que se lleva años debatiendo sin llegar a ninguna conclusión. Es decir, que es legítimo que pretendan ampliar el autogobierno de la misma forma que otros pretendan recortarlo, por considerar que una distribución distinta de competencias redundaría en más igualdad y en un mayor bienestar para todos (o por las razones que sean). Antes, tanto el PNV como el PSE o Sumar tratarán de que se complete «lo más rápido posible el traspaso de las competencias pendientes del Estatuto de Gernika», para a continuación abordar «la tarea de acordar el procedimiento más adecuado para encauzar el nuevo pacto estatutario». Estos partidos quieren más autogobierno, aunque no se conozcan qué nuevas competencias pueden caber en ese nuevo pacto estatutario sin que de facto Euskadi se convierta en independiente, el PP no se sabe bien qué pretende (salvo defender con uñas y dientes la foralidad) y EH Bildu quiere la independencia, aunque con menos prisa que cuando acusaba al PNV de no tener prisa para alcanzarla.

Tanto del nuevo supuesto pacto estatutario como de la posibilidad de alcanzar la independencia, más allá de que lo primero sea innecesario y lo segundo una majadería impropia del siglo XXI, cabe recordar sus límites. Para reformar el Estatuto de Gernika se necesita una mayoría en el Parlamento Vasco y elevar la propuesta al Congreso de los Diputados, el cual debería aprobarlo. En función de lo que se reforme, el nuevo texto debería aprobarse en referéndum. Si pretenden que tal cosa sea posible, ya pueden darse prisa, antes de que Sánchez y sus otros socios independentistas pierdan la mayoría. En cuanto a la independencia, la cosa se complica: los de Otegi necesitarán convencer a una mayoría de ciudadanos españoles representados en las Cortes Generales de que romper España les conviene y a continuación conseguir el voto de tres quintas partes de Senado y Congreso, disolución de las Cortes, convocatoria de elecciones, volver a conseguir el voto de tres quintas partes de Senado y Congreso y someter el nuevo texto que ya incluyera el derecho a la autodeterminación a referéndum. O sea, un imposible por mucho que teóricamente fuera posible. Y es imposible porque la propuesta carece de apoyos.

El PNV sabe que lo de la ponencia de autogobierno que se sacaron de la manga hace más de diez años no fue sino una estrategia para ganar tiempo, alargar el debate y posponer la resolución. El actual PNV, en el fondo, no quiere aventuras soberanistas aunque no lo diga expresamente. Lo que quiere es el Poder, y ya lo tiene.

Por lo demás, más les valdría centrarse en la mejora de los servicios públicos, resolver la conflictividad en la Ertzaintza, solventar el gravísimo problema de la vivienda, facilitar la creación de más y mejor empleo, impedir los homenajes a terroristas, mejorar el sistema educativo y, desde luego, atender y resolver los graves problemas del Sistema Vasco de Salud, cuyo desprestigio no se detiene. En torno a este punto, visto por los vascos como su principal problema, el PNV pretende «alcanzar un Pacto de País», o sea, repartir culpas entre los que no la tienen en lugar de que las asuman quienes la tienen porque nos han gobernado. Hasta Pello Otxandiano, de EH Bildu, tan exigente para otras cosas, ha aceptado el trato y caído en la trampa. Los del PNV son unos artistas.

(Publicado en Crónica Vasca el 19 de julio de 2024)