Teóricamente, la Korrika es una carrera a favor del euskera, pero desde que en 1980 se celebró su primera edición, es mucho más que eso, porque los organizadores son los que son y las instituciones, que la financian con nuestros impuestos, permiten que se convierta además en una exaltación del independentismo y de la historia criminal de ETA, con la aquiescencia de quienes participan muy conscientes de en lo que participan y de quienes lo hacen ingenuamente, llevados por el buenismo, el despiste y la equidistancia imperantes en la sociedad vasca.
Organizada por AEK, la Korrika recorre toda Euskal Herria (País Vasco, Navarra, el Condado de Treviño y el País Vasco francés) y tiene dos objetivos: por un lado, impulsar la concienciación a favor del euskera; por otro, recabar fondos para los centros de aprendizaje pertenecientes a AEK. AEK es una organización nacionalista que trabaja «a favor de la normalización de la lengua vasca» y tiene como fin último (penúltimo, en realidad) que toda la población de Euskal Herria pueda «vivir en euskera con total comodidad». Su primera edición se celebró en 1980 entre Oñati y Bilbao y desde entonces, bienalmente, se han celebrado veintitrés ediciones, la última de las cuales se celebró del 14 al 25 de marzo. Esta última edición volvió a mostrar el predicamento que tiene este evento de apariencia lúdica y festiva en amplios sectores de la sociedad vasca. Los nacionalistas saben por qué participan en ella, y los ingenuos que no se informan porque no quieren o porque evitan hacerlo, amplia mayoría, piensan o quieren pensar que se trata de un movimiento apartidista y sin connotaciones políticas que tiene como único objetivo apoyar el euskera.
Tras la celebración de su última edición, el Colectivo de Víctimas del Terrorismo (COVITE), que preside la incansable Consuelo Ordóñez, ha denunciado la exhibición durante la carrera de más de sesenta imágenes de etarras. Además, COVITE ha denunciado que en varios kilómetros comprados por Sortu o Etxerat los testigos de la Korrika fueron cedidos a etarras, como en Andoain a la dirigente etarra Ainhoa Ozaeta, o en Hernani a los etarras Gorka Loran y Garikoitz Arruarte, premiados de ese modo por intentar cometer una masacre en la Estación de Chamartín en la Nochebuena de 2003. Si llegan a lograr su objetivo, los beatifican.
Además, COVITE ha denunciado la exhibición de múltiples pancartas y banderas a favor de la excarcelación de los presos de ETA e imágenes explícitas de algunos de sus miembros: de Mikel San Sebastián en Urruña, responsable de asesinato; de María Soledad Iparraguirre en Navascués, responsable de asesinato; de Alberto Viedma y Patxi Ruiz en Mendillorri, responsables de asesinato; de Patxi Ruiz en Chantrea, responsable de asesinato; de Diego Ugarte en Judimendi, responsable de asesinato; de José María Novoa en Zigoitia, responsable de asesinato; de Gurutz Aguirresarobe, Pedro María Cano, Gotzon Aramburu, Ainhoa García, Joanes Larretxea, Asier Eceiza, Beñat Aguinagalde e Imanol Miner en Hernani, responsables de asesinato, y de Ibon Fernández, que fue jefe de ETA; de Francisco Javier Gallaga y Fernández Iradi en Lasarte-Oria y Usurbil, responsables de asesinato o intento de asesinato, y de Aitzol Iriondo, que fue dirigente etarra; de Francisco Javier García Gaztelu, los tres hermanos Gallastegui, Saioa Sánchez y Aitor Cotano en Berango, responsables de asesinato; de Mikel Otegi, Imanol Miner, Asier Badiola e Ibon Iparraguirre en Ondarroa, responsables de asesinato, estragos y/o intento de asesinato; de Julián Achurra “Pototo” y Liher Rodríguez en Lekeitio, responsables de asesinato, intento de asesinato, estragos y/o secuestro; de Francisco Javier García Gaztelu “Txapote”, Jon Bienzobas e Ignacio Cruchaga Elezcano en Galdakao, responsables de asesinatos, y de la etarra Iosune Oña; de Jon Igor Solana, Harriet Iragui, Iñigo Zapiráin y Beatriz Etxebarria en Bilbao, responsables de asesinato, y de Asier Mardones y Liher Rodríguez, responsables de estragos e intento de asesinato; de Fernando García, Arkaitz Aguirregabiria y Jurgi Garitagoitia en Santutxu, responsables de asesinato, y de Garikoitz Aspiazu, que fue dirigente etarra; de Juan Carlos Iglesias “Gadafi” e Íñigo Zapiráin en Bilbao, responsables de varios asesinatos, y pancarta a favor de la excarcelación de Daniel Pastor, responsable de asesinato; del etarra Jon Kepa Preciado en Portugalete, y de Unai Bilbao, responsable de asesinato; de Asier Oyarzábal en Andoain, quien fue dirigente de ETA; cartel a favor de la excarcelación de Joanes Larretxea en Oiartzun, responsable de asesinato; de Óscar Celaráin, Manex Zabaleta, Ignacio Guridi y Juan Carlos Besance en Villabona, responsables de asesinato; de Juan Antonio Olarra, Ainhoa Múgica, María Soledad Iparraguirre y Asier Arzalluz en San Sebastián, responsables de asesinato; de Gorka Palacios y Jurdan Martitegui en Amorebieta-Etxano, el primero responsable de asesinato y el segundo, antiguo dirigente etarra; de Itziar Alberdi, Dolores López, Jurdan Martitegui, Jesús Narváez, Gregorio Vicario y Gorka Palacios en Durango, responsables de asesinato, además de Jurdan Martitegui, que fue dirigente etarra; de Joseba Arregui y Ángel Tellería en Oñate, responsables de asesinato; de María Soledad Iparraguirre en Eskoriatza, responsable de varios asesinatos; de Garikoitz García en Aretxabaleta, responsable de participar en el traslado de armas y explosivos para cometer asesinatos.
Además, en Valle de Egüés se rindió tributo al etarra fallecido Xabier Rey “Antxo”, cuyo homenaje contó con la colaboración entusiasta de la portavoz de la Korrika, y a los amigos del etarra se les concedió el honor de portar el testigo, como premio post mortem por las fechorías cometidas por quien fue su entrañable amigo; en Santutxu, el portavoz de la Korrika pidió la excarcelación de los etarras Fernando García, Arkaitz Aguirregabiria, Garikoitz Aspiazu y Jurgi Garitagoitia; en Santurtzi el testigo fue comprado por los «Amigos de los Presos y Huidos» y la portavoz de la Korrika exaltó y homenajeó a los etarras de la localidad; en Hernani, la portavoz prometió «no parar hasta traer a todos los presos a casa». Se entiende los presos de la banda terrorista ETA, a quienes llaman «políticos» y, por lo tanto, justifican; según ellos, deben volver a casa porque no han hecho nada que merezca castigo sino aplauso y homenaje.
Las instituciones públicas financian con nuestros impuestos este evento desde 1980, con el aplauso lógico de sus beneficiarios y el silencio de la mayoría de la sociedad vasca y de sus representantes, muchos de los cuales participan habitualmente en la cita, bien porque comparten sus fines, bien porque buscan el aplauso de quienes no se enteran de nada o disimulan. Así que los vascos, ricos y pobres, financiamos una carrera donde se exalta a ETA y se blanquea a sus servicios auxiliares, sin que apenas se alce la voz y se proteste ante esta desvergüenza que COVITE ha vuelto a denunciar con pelos y señales. Entre otras instituciones, el Gobierno Vasco, el Parlamento Vasco, las tres Diputaciones Forales, el Gobierno de Navarra y el Parlamento de Navarra financian esta afrenta a las víctimas del terrorismo y al conjunto de la sociedad democrática. O sea, las instituciones democráticas financian un acto que ataca los más básicos principios democráticos. Y aquí no pasa nada.
Es como si no fuera posible reivindicar el respetable objetivo de apoyar el euskera de la forma que uno considere sin que tal cosa implique someter a una afrenta cruel e injusta a una parte sustancial de la sociedad, y en especial a las víctimas del terrorismo de ETA. ¿Se imaginan un evento, del tipo que sea, en el que sus participantes portaran fotos de violadores como forma expresa de reivindicar sus violaciones y solicitar su excarcelación porque se les considera, no solo inocentes, sino héroes? ¿Se imaginan, además, que este evento fuera financiado por las instituciones públicas? ¿Se imaginan que alcaldes, concejales, diputados u otros cargos públicos participaran en semejante ignominia?
Es inaceptable que semejantes comportamientos se sigan permitiendo y que la mayoría de nuestros principales representantes guarden silencio cómplice o cobarde. Algo sigue oliendo a podrido en la Korrika; y, por extensión, en el conjunto de la sociedad vasca.
(Publicado en Crónica Vasca el 29 de marzo de 2024)