Sánchez nos ha vendido al independentismo catalán porque necesitaba los siete votos del prófugo Puigdemont, esta es una obviedad manifiesta que se basa en el hecho igualmente ratificado de que Sánchez carece de ideología alguna más allá de su propio beneficio personal y sus ansias de poder. El «interés general» al que se refiere la infame ley de amnistía es el interés de Sánchez y del PSOE. No hay que buscar mayor explicación al pacto vergonzoso de investidura que el PSOE ha firmado con los populistas, los nacionalistas y los independentistas, la mayoría de ellos de izquierdas pero todos igualmente reaccionarios. Hay otra explicación accesoria pero ineludible que a veces se pasa por alto pero que sirve para entender la deriva del PSOE: sus militantes y sus cargos públicos, con especial mención a los diputados del Congreso a quienes Moncloa envía iniciativas para que sin rechistar las firmen, no son mejores que su líder supremo, a quien se han entregado dócilmente. Aquí no hay distribución de competencias ni mesa de diálogo ni descentralización política que valga. Todo lo decide Sánchez.
Siendo esto así, los socialistas y sus voceros están tratando de explicarnos que hay dos cuestiones que justificarían por sí solas los pactos de la vergüenza firmados por Sánchez: primero, que este acuerdo impide un gobierno PP-Vox, pacto que debe evitarse por encima de cualquier consideración, lo cual justificaría cualquier barrabasada, dado que el objetivo principal y casi único sería que no gobierne la derecha… aunque para lograrlo debas pactar con supremacistas de extrema derecha que además son independentistas; segundo, nos cuentan que este acuerdo devuelve al independentismo a los ámbitos institucional y constitucional y lleva la calma a Cataluña y, por lo tanto, da por superado el procés, ese levantamiento independentista que fue culpa del PP y que debe evitarse que ocurra por segunda vez, caiga quien caiga, aunque se caiga el Estado, la igualdad y hasta el sistema democrático.
Respecto a evitar el pacto PP-Vox, cabe decir en primer lugar que es falso que una hipotética negativa del PSOE a pactar con lo peor de cada casa nos llevara indefectiblemente a un gobierno de PP-Vox; y en segundo lugar, que el hecho de que tal gobierno fuera posible en modo alguno obligaba al PSOE a pactar y a gobernar con delincuentes que odian a España… y porque aunque de verdad no hubiera habido otra opción, más digno habría sido repetir las elecciones.
Respecto a lo segundo, es el argumento tramposo de toda la vida: hay que ceder ante el independentismo para que dejen de ser independentistas y renuncien de esa forma a independizarse, o, dicho de otro modo, la forma de alcanzar la paz social y que no exista conflicto con los nacionalistas es darles todo lo que piden, o sea, darles la razón, es decir, que nadie ose llevarles la contraria, no vayan a enfadarse. Yendo a la actualidad, se trata de que no se repita el procés, y esto justifica todas las mentiras, todas las cesiones y todas las humillaciones. Para que no repitan el procés, legitimamos el procés, y para que no haya conflicto en Cataluña, lo extendemos al conjunto de España.
Yo prefiero que no haya procés pero prefiero que haya otro procés antes que entregarles todo a cambio de que supuestamente no vuelva a haberlo. No sé si me explico. Aun siendo graves, lo más perjudicial no son las amenazas de secesión sino las políticas separatistas efectivamente aplicadas. Y estas no solo se blindan, sino que se extienden y se legitiman con este acuerdo de investidura-legislatura.
Yo prefiero que no se repitan sucesos violentos como el procés catalán, que vulneró los derechos políticos de los constitucionalistas y puso en jaque la unidad de España y la democracia. Pero al menos se aplicó la ley y funcionó el Estado de Derecho, se detuvo a los delincuentes, se juzgó a los responsables y se aplicaron las penas dictadas por los tribunales. Todo ello hasta que Sánchez decidió indultar primero y amnistiar después a los responsables. Si para evitar un nuevo procés debo asumir el relato mentiroso del independentismo sobre el procés, la desigualdad ante la ley, la impunidad para los delincuentes o la demolición del Estado de Derecho, prefiero el procés.
Prefiero el procés antes que romper la igualdad entre españoles, conceder la gestión de todos los impuestos a Cataluña, aceptar que no se pueda estudiar en español en distintas partes de España o conceder privilegios políticos y económicos a los que más tienen a costa de los que tienen menos. Lo ideal sería que los nacionalistas no lo fueran o que no se comportaran como lo que son, pero poner el país patas arriba para contentarlos es un disparate, dado que son insaciables y nunca van a conformarse. Y en el ínterin, humillan al Estado y a los ciudadanos de a pie. Y no merece la pena caer tan bajo.
Prefiero defender la igualdad ante la ley, la separación de poderes, el imperio de la Ley y el Estado de Derecho antes que la impunidad y la amnistía. No es tan difícil entenderlo. Prefiero un Estado fuerte que vele por el interés general y sea capaz de hacer frente y frenar democráticamente a los reaccionarios que un Estado sumiso y entregado a los nacionalistas e independentistas. Al final volvemos a lo de siempre: el problema de España no son los independentistas sino los que, sin supuestamente serlo, siguen cediendo ante ellos a costa de la mayoría.
(Publicado en Vozpópuli el 14 de noviembre de 2023)