Durante el pleno de la semana pasada debatimos una iniciativa de Aralar que proponía lo siguiente: que los parlamentarios vascos instáramos al Gobierno de España a pedir perdón al pueblo de Gernika por el bombardeo de la villa, ocurrido el 27 de abril de 1937. Quizás una petición más actual habría sido la de pedir perdón por la reforma laboral con la que nos amenaza el Gobierno, su inoperancia durante largos años, sus constantes errores y sus medidas-estrella estrelladas, o por el abandono de sus obligaciones constitucionales, su negativa a reformar la ley electoral y a aplicar políticas de Estado… o por tantas otras cosas. Pero no, discutimos (y fue divertido) sobre la conveniencia de pedir perdón por el bombardeo de Gernika. Iniciativa ciertamente delirante, desde luego, y así lo dijimos. Las razones para rechazar tamaña cosa son evidentes: el gobierno legítimo republicano español de 1937, del cual es hoy heredero éste y los anteriores gobiernos desde la aprobación de la Constitución Española, no sólo no bombardeó Gernika… sino que fue bombardeado en Gernika. Por los mismos que se alzaron para derrocar la República, por cierto.