Frente al proyecto del Gobierno Vasco y al conformismo de unos centros educativos sometidos a la coacción económica, planteamos algo que afecta al núcleo esencial de la libertad de todos los ciudadanos: somos las personas quienes tenemos el inalienable derecho a elegir la lengua en la que queremos comunicarnos y educar a nuestros descendientes. La lengua es un mero instrumento a nuestra disposición, y no un sujeto de derechos que puedan llegar a condicionar las más elementales, personales e íntimas decisiones de cada ciudadano.
El euskera es un idioma de muy difícil aprendizaje y de escaso valor funcional en el mundo actual de la ciencia, de la economía y de la comunicación. No podemos obviar este dato, cualquiera que sea la política lingüística que se quiera aplicar. Si el euskera tiene que mantenerse sobre el sufrimiento, la imposición, la ansiedad y la discriminación de una mayoría de ciudadanos, no merece la pena que sobreviva. Porque sólo puede y merece vivir aquello que nos sirve, y no aquello que nos limita, que nos coarta y que se nos impone. Defendemos la más progresista de las ideas liberales: las lenguas, también el castellano, son para los individuos, no los individuos para las lenguas. Se trata del combate entre un proyecto nacionalista y otro no nacionalista o, para ser del todo precisos, entre un espíritu y modo totalitario y otro democrático.
Nos parece correcto que las instituciones vascas protejan y garanticen su libre uso, pero sin imposiciones ni excesos y atendiendo a las características del euskera y a la realidad social del momento. De hecho, porque asumimos todo ello, exigimos que se garantice también nuestro derecho a elegir y a usar en todos los ámbitos el castellano como lo que es y con todo lo que ello supone: lengua materna, común y propia de los vascos.
Reclamar la libertad lingüística en Euskadi exige pedir que las distintas oposiciones no se transformen en una carrera lingüística que absorba innecesariamente los esfuerzos intelectuales de nuestros estudiantes. Reclamar libertad lingüística es combatir normativas que sólo generan abusos, discriminaciones y ventajismos amparados en la lengua. La libertad que reclamamos incluye la libertad de elección lingüística no sólo en la escuela, sino en todos los ámbitos de la vida laboral y social, sin que nadie interfiera en el derecho de los hablantes a elegir y hacer uso de la lengua o lenguas que prefiera. Cualquier cambio político tiene que inscribir en su programa un cambio en la política lingüística que garantice la libertad y la igualdad lingüística a todos los ciudadanos en el acceso a la escuela y la vida laboral y social, sin imposiciones, con la derogación de las leyes y medidas que conculquen derechos lingüísticos de los ciudadanos.